4 de maig 2011

Miércoles

A media mañana entró en la oficina un chico joven, rubio, con los ojos verdes y cara de preocupación. No parecía haber dormido en toda la noche y llevaba en las manos una foto arrugada, a la que no dejaba de darle vueltas. Cogió un número del repartidor de tickets y esperó de pie al fondo.

No pude parar de mirarle, y atendí a los clientes sin casi fijarme en lo que me pedían, deseando que le tocara en mi mesa. Finalmente llegó su turno, pero mi compañero de la derecha (el que tiene complejo de Adonis y viste como si fuera un presentador de la tele) apretó primero su botón, y el número del chico apareció en el monitor. Cuando ya iba a apretar yo el mio, mientras en mi mente aquel supuesto adonis estaba siendo estrangulado, la anterior cliente de mi compañero volvió a la mesa corriendo, pidiéndole disculpas porque había olvidado no sé qué dato... Y el chico, confuso, se detuvo. Entonces yo, saltando de mi silla, me levanté y le pedí que viniera a la mía.

- Hola, buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
- Pues verá... Quería una relación duradera. - Estaba visiblemente nervioso, y no dejaba de estrujar esa fotografía entre sus manos.
- Está bien. Le explico: el paquete básico es una chica, la edad y el aspecto a elegir, con un coeficiente medio y estudiante. La carrera que cursa se la damos a elegir de entre una lista. El paquete básico no incluye casa ni coche propio, eso o bien lo pone el cliente o se contrata aparte. Además... - Noté que el chico miraba la fotografía, dudaba que estuviera escuchándome - Perdone, ¿me ha entendido?
- Sí, sí. Lo siento, se me ha ido la cabeza por un momento.
- Bien, bueno... Le iba diciendo que en el paquete básico no viene incluido el seguro, pero eso no debe ser un problema, ¿no? Adivino que sabes cuidar muy bien de tus novias - levantó la vista y yo me sonrojé levemente. ¿Qué estaba haciendo? ¿Ligar con un cliente?
- Sí, bueno... Me gustaría un seguro, por si acaso. En los tiempos que corren... ¡Nunca se sabe!
- De acuerdo. Pues yo voy haciendo el papeleo. Aquí tienes el formulario. En aspecto físico siéntete libre de escoger lo que quieras, tenemos una oferta bastante amplia. Las casillas de debajo son extras, algunos son gratis. Los que no, tienen el precio al lado. La lista de carreras que ofrecemos es bastante básica, pero si te interesa alguna otra te puedo mirar si la tenemos. ¿Me dices tu nombre?
- Asterisco.
- Muy bien, Asterisco. Pues en seguida vuelvo.

Cuando volví, con los papeles del seguro y demás, había rellenado todo el formulario. El resto de la conversación no es de gran interés, sólo una típica transacción económica.

- Pues muchas gracias, Asterisco. Te llegará el fin de semana, que es cuando mejor nos viene. Si prefieres cualquier otro día lo puedo especificar.
- Miércoles, me gustan los miércoles.
- Está bien, pues lo apunto aquí mismo. Recuerda que si quieres cambiar algún aspecto concreto, o añadir algún extra, puedes hacerlo por internet o volver a la oficina.
- Muchas gracias por todo.
- A ti, Asterisco.

Se fue, y no pude evitar mirar de reojo su formulario. Físicamente escogió la opción de random "mona", y no especificó la carrera. Había seleccionado las casillas de sincera, deportista, graciosa, con extra de tonterías, y habilidades de cocina. En un ataque de locura, del que no me arrepiento, cogí su formulario, me lo metí en el bolsillo, y fui derecha a la oficina del jefe, a dimitir.

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Me levanté nervioso, y prácticamente salté de la cama. Después de la ducha y el desayuno, bajé a comprarle unas flores. Al volver a casa, vi encima de la mesa de la entrada aquella foto y, renovado por dentro como estaba, la hice añicos y la tiré por la ventana. Dejé las flores en casa y me fui a trabajar.

El aire olía especialmente a limpio y, como había salido con tiempo, decidí dar un rodeo por el parque. Entonces la vi, sentada en un banco, y no pude evitar sonreír al notar lo diferente que se la veía con ese vestido corto, en comparación al traje gris de su oficina.

Levantó la vista y sonrió. Y... Bueno, era miércoles.

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