31 de maig 2011

Rebelión

Vestía ropa militar ajustada y paseaba con una vara de un lado a otro de la habitación. Las botas crujían en contacto con el suelo y por debajo de la visera de la gorra asomaban unos ojos castaños llenos de decisión. Había llegado el día. Tocaron a la puerta y ella espetó un sonoro "adelante". Entraron entonces diez o doce mujeres, uniformadas de igual modo, y formaron en el fondo de la sala.

- Bien muchachas, ha llegado el día, el día D. El momento que llevamos meses esperando. Se que ha supuesto mucho esfuerzo por parte de todas, sé que ha significado muchos sacrificios, pero hoy lo veremos recompensado. ¡Porque lo lograremos, lo vamos a conseguir! ¿Estáis de acuerdo?
- ¡Sí, capitana!
- Bien, repasemos el plan señoras. Llegaremos al lugar X a las 3 pm. Quiero a todas las unidades vigilando las salidas, no se nos puede escapar. Entonces tú, M, te acercarás por la retaguardia mientras A y B inician un acercamiento frontal. Quiero que os comuniquéis, ¿de acuerdo? La comunicación es crucial en nuestro plan. Cuando H se dirija al objetivo quiero que les deis intimidad, debe ser un momento perfecto, ¿entendido?
- ¡Sí, capitana!
- Bien chicas, ha llegado nuestro momento. Hemos ensayado mil veces, todas sabéis lo que tenéis que hacer. No me falléis ahora.

Entonces, de entre la formación, una de las chicas levantó la mano temblorosa.
- ¿Sí, M?
- Capitana, y ¿no sería mejor que se olvidara del plan y simplemente se acercara usted a hablar con él? Quiero decir... Las cosas tan premeditadas no salen bien, ya sabe...
- ¡¿Cómo te atreves a cuestionar mi método?!
De repente otra voz se alzó desde el fondo de la sala:
- Verá, capitana, la improvisación es la clave del éxito...
- ¿Y si dejara usted que surgiera de manera natural?
- Tal vez podría proponerle salir a tomar algo y entonces...
- ¡Silencio! Pero bueno, ¿quién os creéis que sois para cuestionar mis órdenes? Sabéis perfectamente el esfuerzo que he dedicado a esto, el tiempo entre mapas, calculando coordenadas y tomando tiempos, ahora no podéis hacerme esto.
- Seamos realistas... ¡No hay que buscar siempre el camino más complicado!
- Además, capitana, usted puede conquistarlo sin necesidad de tanta artimaña...

Ante este repentino alud de quejas, la capitana hizo chistar su vara contra la pared. Los murmullos cesaron y las chicas volvieron a formar.
- Está bien, cobardes, lo haré yo sola... Está visto que una ya no puede ni confiar en sí misma para hacer las cosas bien... Pero que sepáis que todo esto traerá consecuencias. A partir de ahora no volveremos a comer chocolate con almendras...
- ¡Pero capitana! No puede hacernos eso...
- ¡A callar! Y tampoco usaré esa crema hidratante que tanto os gusta. Estoy harta de que discutáis todas mis decisiones.
- ¡Pero hombre! Esto es peor que una dictadura....
- ¡A callar, he dicho!

Después, la capitana levantó su gorra, y una a una las chicas fueron desapareciendo en el interior de su cabeza.

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