13 de febr. 2011

No me pidas que te mire...

Porque te miraré. A lo lejos, en un pasillo abarrotado de gente o en un concierto lleno hasta la bandera. Te miraré esperando que me mires, esperando que se crucen nuestras miradas y poder fingir que no era lo que quería. Girar rápido los ojos a otro lado y que creas que me has pillado, aunque en realidad yo me haya dejado coger.

No me pidas que me acerque, porque me acercaré. Pasaré a tu lado y giraré la vista para mirarte, hablaremos de temas banales mientras nos comemos con los ojos delante de cientos de personas, nos sonreiremos al saludarnos como si, simplemente, nos alegráramos de vernos. Y cuanto más me acerque más cerca voy a querer estar.

No me pidas que te toque, porque te tocaré. De manera inocente y fugaz, aunque habrá más detrás de esa mano en tu brazo de lo que nadie pueda notar. Empujarte con la cadera y que protestes aunque te encanta, llamarte la atención con un toquecito en la espalda, abrazarte con cualquier excusa. 

No me pidas que te bese, porque... Te besaré.

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