25 de des. 2010

Quiero saber todo de ti

Te conozco. Bueno, en realidad aun no, pero te quiero conocer. Se que haces cada día, adonde vas y a que hora vuelves a casa. Se que haces al llegar a casa, las películas que más te gustan y el lado de la cama en que duermes. A pesar de saberlo todo de ti, me falta algo. No llego a descubrir que es. Está en ti, a veces lo veo y otras no. No puedo explicarlo.

Por eso he decidido acabar con esto de una vez. Esta noche, cuando llegues a casa del trabajo y hagas la cena, te sentarás en el sofá y encenderás la televisión. Mientras buscas alguna buena película, que seguramente quieres ver hasta quedarte dormido, me acercaré a ti por la espalda y te pondré un paño con cloroformo tapándote la boca y la nariz.

No te dolerá, lo prometo. La anestesia será local, pero soy buena con el bisturí. No te imaginas las ganas que tengo de estudiarte intensamente y poder ver por fin eso que a veces me escondes. Lo guardas en el pecho, ¿verdad?

http://www.youtube.com/watch?v=4prOYlAcRRI

18 de des. 2010

Un año más

Me siento ante un papel en blanco dispuesta a repasar un año entero. A medida que empiezo a escribir, tengo la sensación de haberme quedado más con todo lo malo que me ha pasado que con lo bueno. Enfadada conmigo misma arrugo esa hoja de papel y saco una nueva del cajón del escritorio.

Al volver a empezar intento escribir primero las cosas buenas y a las tres lineas me invaden de nuevo los pensamientos negativos. "¿Se puede saber qué me pasa? ¡Ya está bien, centrémonos!". Entonces tocan a la puerta.
- ¿Si?
- ¿Puedo pasar?
- Claro, pasa.
- Hemos quedado a las 9, así que hay que salir de casa a las 8 y media como muy tarde. ¿Te duchas tu primero o me ducho yo?
- Ve tu, que estoy acabando unas cosas...
- Vale, pero no estudies tanto que se te van a freir las neuronas.

Cuando se cierra la puerta, la pereza me invade. Miro la cama y me apetece tumbarme hasta que pase todo. Pero no puedo hacerlo, así que intento volver a concentrarme en mi lista. Empiezo a escribir de nuevo, deprisa, porque se que me queda poco tiempo. Cuando ya llevo más de media página escrita, suena mi móvil y es un mensaje suyo, uno de esos típicos de año nuevo, que intentan ser graciosos. Seguro que se lo ha enviado a todo el mundo, ni siquiera le importo lo suficiente como para añadir mi nombre al final, o algún guiño a todo lo que hemos pasado juntos. Y ahí está otra vez mi pesimismo crónico.

Llaman a la puerta.
- Ya tienes la ducha libre.

Más enfadada conmigo que con él rompo la hoja y decido romper también con todo lo anterior, con todo lo malo però también con todo lo bueno. Si lo conservo y me aferro a ello alomejor me doy cuenta de que no era tan bueno como yo pensaba.

Pues nada, me voy a duchar y a prepararme para dar la bienvenida a lo que tenga que venir y, sobre todo, a despedirme de todo lo que se tiene que ir.

Un año menos.