23 de jul. 2010

Miau

Anoche, antes de acostarme, no podía parar de pensar en lo harta que estaba de ser persona. Todo el día de un lado al otro, teniendo que comer en platos, beber en vasos y acostarme en camas. Todo el día hablando con la gente, respondiendo preguntas o, incluso, haciéndolas yo. Así que deseé muy fuerte ser otra cosa al levantarme.

Pensé en ser un arbol, pero creí que estando todo el día quieta me aburriría. Pensé en ser un pez, pero no me gusta que se me arruguen las yemaa de los dedos o, bueno, en este caso, de las aletas. Entonces oí un golpe que venía del salón, seguido de un largo "Miauuuu" de lamentación. Me levanté y mientras caminaba notando el frio en los pies, pensé que quería ser un gato.Al llegar al salón sólo quedaba la prueba del delito. Mi gato había huido a esconderse.

Esta mañana, al levantarme, lo primero que he oido ha sido un suave ronroneo. Al darme la vuelta en la cama para acariciar a mi gato he abierto los ojos y he visto unas enormes patas marrones y peludas. Al ir a frotarme los ojos, han sido esas patas, y no mis manos de siempre, las que se han acercado a mi cara. Entonces he recordado todo lo que pasó ayer y he decidido que debía estar soñando.

Me he bajado de un salto de la cama y he empezado a andar por el pasillo. El suelo frío me ayudaba a despejarme del calor de la noche veraniega. Al llegar a la puerta del baño me he dado cuenta de que estaba cerrada y, por mucho que he empujado, no he conseguido abrirla. Entonces he recordado que ya no tenía que ir al baño y he sonreido (o eso creo...).

He ido a la cocina donde mamá y papá desayunaban. Me han recibido con caricias en el lomo y mamá se ha levantado a ponerme la comida. He desayunado mientras los escuchaba comentar las noticias de la mañana. No me han pedido que participara, como de costumbre, y he podido escuchar y mantenerme al margen sin recibir reproches por primera vez desde que empecé a razonar (tampoco hace tanto).

Entonces he ido hasta la habitación de mi hermana, que tiene un gran espejo de cuerpo entero, porque quería ver que tal me sentaba ser gato. Como no alcanzaba a verme entera, he subido de un salto a su silla de ordenador. Tenía el pelaje marrón, en algunas zonas casi rubio, en otras simplemente claro. Los ojos marrones color miel me brillaban más que de costumbre y mis pupilas se contorneaban a su antojo. Tenía una larga y peluda cola que podía mover libremente; no se muy bien la función que tenía, pero era divertido recostarme sobre ella y balancearla en todas direcciones.

He pasado el resto del día dormitando en cualquier sitio. Ahora en el balcón, después en el escritorio y, cuando mamá se ha echado la siesta, junto a ella, que se ha dormido acariciándome. No han habido horarios para comer, ni preguntas incómodas de las que no pudiera escapar. Nadie ha esperado de mi más de lo que esperarían de un gato. He arañado y mordido impúnemente.

Ha sido un día genial, y cuando estaba dispuesta a despertarme del sueño, resulta que era de noche y en la casa todos dormían. Yo no tenía sueño después de las cabezadas diurnas y me he dedicado a deambular por la casa persiguiendo moscas, asomándome a la barandilla del balcón, paseando por las estanterias... En uno de mis saltos he tirado un libro al suelo y, cuando he escuchado pasos que provenían del pasillo, he corrido a esconderme bajo la mesa.

1 comentari:

  1. :) Si tú te haces gato, yo me hago gato. Que ser un gato solitario al final acabaría aburriéndonos. Nos iríamos a visitar a los balcones y quedaríamos para comer atún o cazar rudys.
    Te quiero rose.

    ResponElimina