Instrucciones para subir una escalera

"Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas."

Si tuviera la oportunidad le pediría a Julio Cortázar que me explicara el mundo. Que me diera las instrucciones precisas para tender una lavadora, hacerme la cena o meterme en la cama. Que me explicase qué hay que hacer para levantarse por las mañanas, cómo se afronta un día nuevo sin que quede nada del anterior. Que me diga qué hay que hacer para encontrar lo que buscas o, mejor aun, que me diga qué debo buscar.

Que el mundo venga con un libro de instrucciones, que se especifique qué es adecuado y qué impropio. Que haya tablas, y listas, y esquemas. Y sea una edición de bolsillo.

Que las grandes mentes científicas se pongan manos a la obra, e inventen un dispositivo portátil que te avise cuando estés a punto de hacer algo mal, que suene una alarma, o se encienda un led rojo, o te dé un calambrazo en el brazo cuando te acercas irremediablemente al borde del precipicio.

Que esté claro de antemano lo que va a salir bien y lo que no, que no se creen esperanzas para luego destruirlas, que si hay que hacer algo sea para mejorar el presente, que nunca se vaya marcha atrás, solo hacia delante.

Que todas las escaleras sean igual de fáciles de subir que la de Cortázar, que no se rompan los peldaños ni se traben los pies.

"Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso."