9 de jul. 2013

Una distopía de mierda

Un mundo lleno de mierda. Pero no una mierda figurada, no algo metafórico. Algo tangible, mierda, suciedad, basura por todas partes. Pero no da asco, al contrario, está bien visto. Es como debe ser. Las cosas limpias asustan, molestan, son las que dan verdadero asco, angustia sólo con pensar en ellas.

No es un planeta antagonista al nuestro ni nada por el estilo, hablo de la Tierra, dentro de miles de años (o millones, depende...). Conceptos que cambian y dan la vuelta al mundo. O una moda estúpida que llega un día y se queda, y la gente deja de saber por qué hace lo que hace o por qué algo es como es. Simplemente nace, lo asimila, y vive su vida rodeada de mierda.

En esta distopía la gente también se da duchas. Se da duchas con agua y tierra, con agua sucia, con lo que viene a ser agua llena de mierda. No eres nadie si tu ducha tiene un filtro. Y cuando salen de la ducha cogen una toalla para "secarse". Una toalla que también está sucia.

Las venden de diferentes tipos en las tiendas. Hay toallas de basurero, toallas de charco, toallas de pantano... Los fabricantes de toallas cambiaron el chip, hubo una revolución en el mercado, y ahora en sus fábricas se dedican a fabricar toallas (como las de antes, exactamente iguales) y a llenarlas de mierda antes de venderlas.

En Portugal son los putos amos fabricando toallas llenas de mierda. Es normal, tenían la técnica de la toalla dominada, y llenarlas de mierda no tiene mayor complicación. Tienen la mejor mierda del mercado. Cuando te secas con una toalla portuguesa, acabas pringado hasta las cejas.

Como con todo hay gente que no se ha adaptado a los nuevos tiempos. Gente rara, esquiva, huraña. Gente que va limpia, que se niega a llenarse de mierda afirmando que es una guarrería. La mayoría viven apartados de la sociedad, ermitaños que viven en páramos alejados de pueblos y ciudades, gente que prefiere el olor a aire fresco al de los residuos en descomposición. ¡Locos! Acumulan desodorantes, antiguos frascos de perfumes con fragancias florales, toallitas refrescantes con olor a limón...

Todos los consideran parias sociales, aunque en el fondo hay mucha gente a la que no le queda claro esto de tener que ir todo el día lleno de mierda. Lo hacen, cumplen con los protocolos sociales de suciedad, se revuelcan en la basura cómo los más fervientes seguidores del mierderalismo (nombre provisional) pero en el fondo dudan. Dudan mucho acerca de por qué, y algunos están hartos y piensan en revelarse contra el sistema. En hacer una sentada enfrente de la puerta del sol, todos limpios, camisas blancas, champú y acondicionador en mano, y reivindicar que vuelva la sensatez a la población, y con ella la higiene personal.

Pero en fin, es muy difícil, tendrían que conseguir limpiarse toda la mierda que llevan encima, y es complicado, requiere mucho esfuerzo. Además, ¿de qué sirve que una persona limpia se plante a protestar frente a un planeta lleno de mierda?

Así pasa el tiempo, y la mierda se acumula, y... En fin, es una distopía un poco rara.

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